Os hablábamos hace poco de la reutilización de ladrillos macizos de barro cocido. Aunque la primera opción es la de recuperar los ladrillos individualmente, librarlos de los restos de mortero para poder usarlos de nuevo en mampostería tradicional, no es siempre posible. Cuando la calidad de los materiales o la excesiva resistencia de los aglomerantes empleados no permiten la reutilización ladrillo a ladrillo, es necesario imaginar otras formas de trabajar y desarrollar técnicas innovadoras de reutilización. Si bien reutilizar ladrillo a ladrillo sigue siendo la forma más común de integrar estos elementos en nuevos proyectos, aquí abordaremos otras dos formas de hacerlo.
A partir de la década de los 70, aparecieron nuevos morteros a base de cemento o cola más resistentes y adherentes, que complicaban la recuperación y limpieza de los ladrillos. Para remediar este problema, una empresa danesa, el Lendager Group, imaginó una alternativa implementada en el proyecto de edificación residencial Resource Rows (2020) en Copenhague (Dinamarca). De esta manera, la fachada del edificio está cubierta con módulos prefabricados formados por paneles de ladrillos de diferentes tipos, orígenes, aparejos y colores, recortados de viejos muros destinados a la demolición. Estos trozos de pared obtenidos por corte, se ensamblan a modo de patchwork para luego ser utilizados como revestimiento. Cabe señalar que la reflexión de Lendager Group sobre la reutilización no se detiene en el uso exclusivo del ladrillo, ya que en este proyecto también se reutilizan madera, así como una viga de hormigón. El grupo también sigue interesándose por la reutilización a través de otros proyectos, siendo, por ejemplo, quienes montaron la exposición Wasteland, de la que os hablamos aquí.
Una tercera forma de reutilizar ladrillos es integrar aleatoriamente sus cascotes, más o menos grandes, en las paredes y tabiques de las nuevas construcciones, a menudo formadas por módulos prefabricados de hormigón. Aunque el ladrillo ya no está entero ni empleado de manera tradicional, seguimos vinculándolo a su historia. Para referirse al lado aleatorio de la ejecución, a veces se usa el término de opus incertum. Sin embargo, para dar una mejor idea de la técnica utilizada y aunque sea difícil nombrarla con precisión, preferiremos hablar de hormigón ciclópeo. Más allá de que da solución a las dificultades ligadas al uso de cementos más resistentes, esta técnica permite reutilizar otros tipos de ladrillos, como por ejemplo los huecos, que son difíciles de reutilizar enteros. El hormigón ciclópeo integrando trozos de ladrillos procedentes de demoliciones está presente en muchos proyectos paraguayos (de los que os hablamos aquí y aquí) y entre los que podemos mencionar varios proyectos del Gabinete de arquitectura (Centro de Rehabilitación Infantil de la Teletón, Quincho Tia Coral, Fundación TEXO, banco BASA) así como el proyecto Fuelle Roga (OMCM Escritorio de Arquitectura y Urbanismo) de donde proviene la foto de arriba, la Casa Ana (Mínimo Común Arquitectura) y la Casa Ilona (Grupo Culata Jovái), pero también el Pabellón de Composta (Gabinete de arquitectura), construido en México, o la Casa Angatuba (messina | rivas), construida en Brasil. También en Brasil, nótese la Residência Rua Pombal (São Paulo Criação). Vea un artículo Archdaily sobre este último proyecto. En Bélgica, es el Atelier d’Architecture Alain Richard quien está experimentando con la prefabricación de módulos de hormigón con agregados de ladrillos de terracota. Estos se utilizaron principalmente para formar el muro perimetral de un edificio de oficinas y talleres.
Todavía a mitad de camino entre la reutilización y el reciclaje, existe también una técnica histórica que utilizaba fragmentos de menor escala en lo que suele denominarse opus signinum o cocciopesto, un mortero con propiedades impermeables, dispuesto en varias capas, resultante de una mezcla de agua, cal y ladrillos o tejas de arcilla triturados, y que podría asimilarse a nuestro terrazo moderno (ver una publicación sobre este tema de Véronique Vassal en el Journal of Mosaic Research). Aunque los especialistas no siempre están de acuerdo en los términos exactos para designar tales materiales, simplemente notemos que existen aplicaciones modernas que integran restos de ladrillos de terracota (ver un artículo en francés sobre el tema en la página web Bobi réemploi). Asimismo, los franceses del Atelier NA, realizaron talleres para crear hormigón a partir de escombros reutilizados. Los franceses de Ciguë, también investigan en esta dirección, pero sobre un hormigón de yeso que prescinde del cemento e incorpora escombros reutilizados. Su trabajo dio como resultado una exposición en el Pavillon de l’Arsenal este año, así como un estudio disponible aquí. La diseñadora e investigadora Anna Saint Pierre también está experimentando con la integración de diversos residuos de demoliciones y, incluso, creando terrazo (ver un artículo de la revista Metropolis sobre este tema). Los alemanes de TFOB (They Feed Of Buildings) trabajan a su vez en este sentido a través de su proyecto Urban Terrazzo y los ingleses de Apt han colaborado con Huguet, una fábrica con sede en Mallorca, para integrar ladrillos rotos en un terrazo. Recordamos además, los experimentos de Assemble y del Granby Workshop que incorporaron estos desechos en sus objetos moldeados. Una vez más resulta difícil nombrar con precisión los materiales obtenidos, granito, terrazo, mortero u hormigón, porque las materias utilizadas, su granulometría así como las técnicas implementadas suelen ser diferentes. Lo importante sigue siendo imaginar nuevas soluciones al problema de los residuos de la construcción, y del ladrillo en particular, en lo que a este artículo se refiere.