En la arquitectura, el uso de materiales de reutilización corresponde a menudo a una forma de experimentación, tanto desde un punto de vista técnico cómo creativo. El aspecto legal de estas experimentaciones puede convertirse en algunos casos en freno para la reutilización. Sobre este tema, y desde hace algunos años, las cosas empiezan a moverse en Francia.
El « Permis de faire » (Licencia para hacer), iniciado por el arquitecto- constructor Patrick Bouchain (ver este artículo sobre él en El País o en El Mundo), fue llevado por primera vez de manera experimental a los textos legales. El artículo n°88 de la ley LCAP (2016) autorizaba a las entidades públicas a derogar ciertas normas de construcción, fijadas por texto legal de 2017 (Décret n° 2017-1044 du 10 mai 2017) con la condición de alcanzar objetivos similares. Esto concernía sobre todo a los materiales y su reutilización.
Más tarde un nuevo texto amplió el dispositivo puesto en marcha. El artículo n°49 de la ley ESSOC (2018) introducía el « Permis d’expérimenter » (Licencia para experimentar) que fue detallado más adelante a través de dos ordenanzas. La primera (Ordonnance n° 2018-937 du 30 octobre 2018) extiende el dispositivo inicial a otros campos de experimentación y a todos los promotores. Una segunda ordenanza (Ordonnance n° 2020-71 du 29 janvier 2020) consolida estas experimentaciones reescribiendo el Code de la construction et de l’habitation (CCH). Con un espíritu innovador, tanto arquitectónico como técnico, la “regla de recursos” mediante el uso de las normas es sustituida por la “regla de objetivos y de resultados a alcanzar” a través del principio de solución de efectos equivalentes. El control de la operación se realiza mediante un organismo independiente. Por lo tanto, en el ámbito de la reutilización, los materiales ya no tienen que corresponder a una serie de normas cuando se exige, sino más bien deben de poder aportar resultados equivalentes a los previstos por dichas normas. Deben demostrar por otra parte el carácter innovador de dichos resultados.
La ley ELAN (2018) introducía por su parte el principio del « Permis d’innover » (Licencia para innovar), ligeramente diferente, porque se refiere a las zonas geográficas especiales de algunas grandes operaciones. Validado por las autoridades públicas, permite innovar en la construcción, así como en el urbanismo.
Aunque parezca que todas estas medidas se superponen, es importante destacar que la idea original de la Licencia para hacer buscaba la simplificación y el interés general, y que actualemente se halla de manera muy parcial en todas estas versiones. Permiten derogar ciertas reglas, pero se instauran otras para demostrar la innovación y los efectos equivalentes. Además, resulta difícil saber en qué medida los promotores que lo deseen podrán permitirse emprender gestiones que siguen siendo complicadas y costosas. Afortunadamente el campo de la reutilización no ha esperado a la llegada de ese nuevo arsenal legislativo para adaptarse a las normas existentes e imaginar soluciones alternativas. La experiencia nos dirá si estos textos de ley han facilitado verdaderos avances. Por el momento podemos afirmar que han permitido entreabrir una nueva puerta, encarar proyectos de arquitectura de otra manera y fomentar el interés por los materiales y su reutilización.