Las siglas DfD hace referencia en inglés a Design for Deconstruction o Design for Disassembly (Diseño para la Deconstrucción o Diseño para el Desmontaje). En 2020, la Comisión Europea propuso en una de sus publicaciones (Circular Economy – Principles for Building Design) la siguiente definición de Design for Deconstruction: “Approach to the design of a product or structure that facilitates deconstruction at the end of its useful life, in such a way that components and parts can be reused, recycled or recovered for further economic use or, in some other way, diverted from the waste stream”. Se trata pues de tener en cuenta, desde la fase de diseño, la futura deconstrucción, parcial o total, de un edificio. Y ello con el fin de simplificar la reutilización o reciclaje de sus componentes y materiales, reduciendo así la producción de residuos y el consumo de materias primas. Por lo tanto, este enfoque tiende a hacer que la deconstrucción sea más ventajosa que la demolición.
Sin embargo, la reflexión sobre el final de la vida de los edificios y de sus componentes no debe ocultar el efecto perverso que podría provocar la visión de construcciones con una vida útil limitada. Por tanto, conviene actuar para alargar su vida útil y la de los elementos que los componen. El proceso de creación de un edificio, teniendo en cuenta la deconstrucción o el desmantelamiento, ha ampliado su campo de acción a la adaptabilidad, en particular a través del concepto de DfD/A o Design for Disassembly and Adaptability. Esta vez, se tiene en cuenta el mantenimiento, la rehabilitación o la transformación de un edificio, pero también la reparación o sustitución de sus componentes, y ya no sólo su desmontaje. En cualquier caso, promover la prolongación de la vida útil de las construcciones, permitiendo, por ejemplo, la sustitución de sus materiales o planificar su deconstrucción son conceptos que ponen, sin duda, en el punto de mira la reutilización. También hay otras estrategias circulares que se asemejan a estos conceptos, como el design for longevity and durability, el design for change (DfC) o el diseño de edificios reversibles (reversible building design). Por último, cabe señalar que la mayoría de los conceptos mencionados aquí no se limitan a la construcción y pueden, por supuesto, extenderse a otras áreas.
La elección de los materiales y de las técnicas de construcción está en el corazón del proceso de diseño para la deconstrucción y de diseño de edificios reversibles. De hecho, los materiales deben ser suficientemente resistentes y su ensamblaje debe permitir un desmontaje rápido y económico, evitando en particular el uso de equipos pesados. Las conexiones serán accesibles y removibles, y se dará prioridad a las fijaciones mecánicas. Se preferirán, por ejemplo, los ensamblajes empernados, atornillados o clavados a los ensamblajes químicos no removibles como la mayoría de los aglutinantes, selladores, pegamentos o soldaduras. A todo esto, por supuesto, hay que añadir una buena transmisión de información sobre estas técnicas y materiales.
Numerosos trabajos sobre el tema provienen del mundo anglosajón. En concreto, la EPA (United States Environmental Protection Agency) ha publicado un documento sobre el Design for Deconstruction así como información sobre varios proyectos piloto. Por su parte, el Hamer Center for Community Design (The Pennsylvania State University) ha redactado una guía dedicada al Design for Disassembly. En Europa, además de la publicación de la Comisión Europea, el proyecto europeo BAMB también ofrece un protocolo de diseño de edificios reversibles (Reversible Building Design). Además, hay un artículo disponible sobre este tema en Archdaily, y otro en el blog de la Fundación Arquia.