El término urban mining se utiliza para designar el proceso de recuperación de materias primas provenientes de desechos. Principalmente se refiere a la extracción de metales presentes en los residuos de los aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), pero puede ser utilizado en otros sectores, como es el caso del sector de la construcción. Aunque esté mayormente asociado al reciclaje, puede también aplicarse a la reutilización. En este caso, ya no sería una busqueda de la materia prima y el urban mining se convierte en un proceso de identificación y más tarde de recuperación de elementos a reutilizar, provenientes del espacio construido y principalmente de los edificios de nuestras ciudades. El concepto reagrupa las intervenciones de inventario, de deconstrucción o de almacenaje.
Siendo una noción importante dentro del concepto de la economía circular, el urban mining permite reducir el consumo de materias primas limitando las emisiones ligadas a su extracción, así como la cantidad de residuos que producimos. Asimismo, pone en evidencia el papel que juegan las ciudades como fuente de materiales de reutilización de proximidad (circuito corto).
En una lógica de analogía minera, se utiliza el término yacimiento para designar los elementos potencialmente reutilizables, identificados por ciertas características propias y reagrupadas en uno o varios lugares. Siguiendo una lógica ligeramente diferente, se habla también de un banco de materiales. En este caso, los materiales no son percibidos como elementos a recuperar y valorizar, sino como parte de un proceso de construcción que integra la reutilización, caracterizándolos e identificándolos claramente desde la concepción. Eso ocurre, por ejemplo, cuando el sistema constructivo de los edificios integra una futura deconstrucción.